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Mis libros

El Reencarnacionista

Se sabe que en la naturaleza de los hombres está el trascender, el dejar huellas. Una música, una obra arquitectónica, un invento, una imagen, la participación heróica en una contienda bélica, un logro deportivo, un libro o simplemente un hijo, expresa el impulso irrefrenable de plasmar nuestro paso por la vida.

De alguna forma intuimos nuestro retorno, y apostamos, aún sin concienca plena, a que nos reconoceremos. A veces, solo cuando lo cree propicio, Dios se apiada y permite el reencuentro. ¡Y nos maravillamos!

Es que no hay ego en ello, tan sólo instinto divino, ansias de retomar el camino, siempre inconcluso, en donde lo dejamos. Retomarlo hasta el final, mil veces, hasa que la última pieza del rompecabezas esté ensamblada.

Como el protagonista de esta historia, resulta sensato comenzar dudando, pero al avanzar, y si concentimos agudizar nuestra percepción, entendemos que la evidencia es contundente y terminamos aceptando el misterio que justifica haber nacido.

En cincuenta o cien años, un hombre o quizás una mujer, diferente al autor en cuanto a su aspecto, se detendrá ante un escaparate plagado de libros, reliquias editoriales de otros tiempos y reparará en un amarillento ejemplar de El Reencarnacionista.

Al hojearlo, primero displicente, descubrirá en la solapa la foto de un rostro desconocido y, sin embargo, inexplicablemente familiar; al leerlo se sorprenderá claudicando ante el avance irrefrenable de una especie de nostalgia que empañará su mirar. Y comenzará a atar cabos.

(*) Descarga gratuita del Capítulo 1 completo en formato PDF.

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